Después de algún tiempo pensando en esto, he llegado a la conclusión de que en el mundo la frase más sabia es: "Que realmente nadie sabe nada". Y como nadie sabe absolutamente nada el mundo como tal se convierte en algo muy peligroso, porque todo el mundo cree saberlo todo, desde la comodidad del ser espectador es fácil opinar a adiestra y siniestra sin entender absolutamente nada, porque no hay responsabilidad. Entonces la lengua se convierte en las manecillas de un reloj, se mueven para todos lados, casi parecen un canino cuando lame su taza.
En la sociedad latinoamérica y esto quizás es heredado por nuestras raíces españolas, hay un profundo miedo al fracaso, entonces cuando se tiene una idea o proyecto, lo primero que hacemos es comentarlo a alguien de confianza, ya sea un amigo o un familiar, y por alguna extraña razón la respuesta de ellos es siempre un: no rotundo, un qué difícil, que complicado u otro adjetivo que nos aleja cada vez más de nuestro proyecto. Es en ese preciso momento que lo que parecía algo lejano se convierte en algo de otro mundo.
Es por eso que la gente que triunfa en sus objetivos es la que suele no escuchar a nadie, y entonces puede fracasar 1 millón de veces, pero al menos hizo el esfuerzo por intentarlo. Yo no soy millonario, más bien todo lo contrario en este momento de mi vida, no tengo ni donde caer muerto, pero tengo algunos proyectos en los que la finalidad no es ganar dinero, sino más bien disfrutar, y quizás nunca me generen dinero pero quizás puedan ser un canal para conseguir algo mejor, digo todo esto porque me caló mucho la frase de un desconocido, de un personaje de otro país que a mis 20 años me dijo muy rotundamente: "Te vas a morir de hambre" con un modo despectivo por el simple hecho de comentarle lo que yo estudiaba, y volvemos al primer párrafo de esta reflexión: "Nadie sabe absolutamente nada".
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